Carlos Lage, el otrora súper poderoso vicepresidente del Consejo de Estado de Cuba arrastra una penosa existencia desde hace más de siete años. Apartado del poder por Raúl Castro y acusado por Fidel de haberse vuelto adicto a “las mieles del poder”, Lage es hoy un oscuro funcionario del policlínico 19 de Abril del municipio Plaza de la Revolución en La Habana, donde trabaja en la campaña contra el mosquito aedes aegypti.A sus 64 años de edad, Lage evita hablar de su “glorioso” pasado.Médico especialista en Pediatría, comenzó su actividad política como presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Luego se convertiría en secretario general de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y de ahí pasaría al Ejecutivo cubano, donde se convertiría en uno de los hombres de confianza de Fidel Castro en el manejo de la economía cubana.Tras su tremenda caída política en 2009, Carlos Lage transitaría por varios cargos administrativos de bajo perfil hasta terminar en el en el Departamento de Higiene y Epidemiología del policlínico 19 de Abril.Muy difícil para el que era visto por muchos analistas fuera de Cuba como una de las figuras claves del sector civil que heredaría el poder tras la salida del poder de los hermanos Fidel y Raúl Castro.Más aún cuando Fidel Castro, al dejar el Gobierno de forma interina en manos de su hermano Raúl lo señalara en su proclama al pueblo de Cuba como uno de los hombres decisivos de sistema y principal impulsor del programa de la Revolución Energética.Durante los años en que estuvo en el cenit de su poder político Lage representó a Cuba en varias Cumbres Latinoamericanas, dio discursos en las Naciones Unidas y asistió a la toma de posesión de varios mandatarios. Los cubanos, con su agrio humor de costumbre, lo llegarían a llamar como el “administrador de manicomio”, por mostrar la mayor cordura dentro de las insensateces del Ejecutivo cubano.Por eso sería una verdadera sorpresa para los cubanos que, cuando todos esperaban verlo ascender al cargo de Primer Vicepresidente del Consejo de Estado en 2008, Raúl Castro elevara a la posición al conservador José Ramón Machado Ventura.Su suerte estaba echada.Raúl Castro apostaba por la “generación histórica” y apartaba del poder a los jóvenes, que pudieran ser considerados como posibles reformistas. La estocada final vendría, sin embargo, desde otra dirección.Fidel Castro, que los había arropado y protegido por años, los llamaría “indignos” en una de sus reflexiones y Carlos Lage sería totalmente defenestrado, junto a otros “jóvenes” como el canciller Felipe Pérez Roque.Ahora, Carlos Lage sólo manda a los fumigadores de su policlínico y aunque mantiene relaciones cordiales con sus compañeros de trabajo del policlínico 19 de Abril, estos evitan conversar con él sobre su pasado.En los pasillos del policlínico lo llaman a sus espaldas “el hombre de la jabita” en alusión directa a una orientación suya que puso fin al módulo de alimentación e higiene que disfrutaron los trabajadores de Salud hasta principios de siglo.“No quiere ni oír hablar de su pasado”, dice una trabajadora del policlínico. “Al principio tenían un operativo de vigilancia bien visible, perocon el tiempo ha ido disminuyendo”.Lage mejor que nadie sabe que el silencio es una cuestión de vida o muerte para un hombre que estuvo en su posición.Actualidad Noticias
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