Un cubano se salva de ser deportado a la Isla, cuando a horas de subir al avión, un juez anuló su condena

Rudy Blanco salió de Cuba junto a sus padres y hermana durante el éxodo del Mariel en 1980, y llegó a Cayo Hueso, más tarde se estableció en Miami, pues allí vivían su abuelo y unos tíos.

Durante un año tuvieron que vivir bajo un puente, en lo que reunían dinero para poder pagar un pequeño apartamento, la historia la obtuvo El Nuevo Herald a través de una página en Gofundme.com creada en mayo del pasado año, con el fin de recaudar fondos para “salvar a Rudy de la deportación”.

A Blanco le faltaban pocas horas para que lo subieran a un avión rumbo a la Isla, su tierra natal, cuando un juez de EEUU anuló su condena y sentencia por un cargo de narcotráfico de la década del 90. En agosto de 2017 el cubano estuvo a punto de ser deportado, por esa condena, sin embargo con el fallo del juez ya no existían bases legales para que la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE) pudiese proceder.

Pero ahí no quedó todo, casi un año tardó en terminar la pesadilla del cubano, explica el diario de Miami.

Con el objetivo de terminar el proceso de deportación contra su cliente inmediatamente después de que se anulara su condena, la abogada de Rudy, Gisela Rodríguez presentó una moción, sin embargo la tramitación de su solicitud por el Departamento de Seguridad Nacional se dilató.

Según el canal WCTV.TV, la Corte de Inmigración de Orlando aprobó la moción el martes, terminando todos los procedimientos de inmigración.

Ahora, Blanco puede permanecer en EEUU como residente permanente legal, su abogada alegó que el cubano planea naturalizarse.

“La pesadilla terminó para él”, comentó la abogada.

Blanco fue liberado en agosto del pasado año del Centro de Detención Krome en Homestead, en el condado Miami-Dade, tras la decisión del juez del condado Monroe, el hombre regresó a Tallahasse, donde vive.

En aquel momento declaró: “solo 10 horas de distancia. Yo iba a estar en un avión de regreso a Cuba. Iba a ser deportado”.

Su esposa Shelly lo esperaba afuera quien expresó estar muy feliz, al saber que su esposo podría permanecer en Estados Unidos.

“Corrí y salté a sus brazos como una adolescente y simplemente lo abracé. Estoy muy feliz de que nosotros estemos aquí, y no en Cuba”, añadió.

Cuando el cubano fue acusado no impugnó el cargo, y bajo la Ley de Inmigración eso se considera una sentencia.

(Con información de El Nuevo Herald)

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